Tic, tic, tic. Juegue.
La precision es belleza, el lleno de ese pie explotando la bocha, derecho al pecho del mismo color, y por favor, sin desvíos, sin mugre. El pecho nervioso se deja besar y la gravedad, que tiene lengua suave, le hace un guiño al empeine, al tiempo que los cordones se desatan, y la gambeta es con la puntita, y el aire falta en el pulmon pero tira un caño. El silencio del pasto se hace uh!. La suela abraza a la pelota y se toma un sorbo, levanta la cal, el meñique se hincha. El cambio de frente es letal. Alguien debe perder, alguien está llorando.
En medio de lo efímero, un medio circulo lo rodea. Otros hombres lo persiguen, sin mas armas que la patada. El puntín se hunde en la tierra y la redonda solamente cae detras del tipo que se viste distinto. Roza el caño y se fuma la red, y el domingo no es otra cosa que fiesta. Nadie entiende como.
Otros hombres lloran. Otras pelotas tambien.
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