El alquitran que brote del antiguo poro, a ciegas sobre el silencio, aliviará los dineros. El espejo inmundo flotará, exquisito, en el mar ajeno. Mar que no es otra cosa que mar y dios. Dios que ajusticia su no haber sido, desde el pájaro al cafe, acantilado de suicidio.
Una tormenta acabará con un mundo y ya nunca dolerá llovernos. Así, como la noche, serás tartamudo ante la inmensidad, hipnotico y desnudo al mostrarte flor cerca del escombro llamado lágrima. Serás para regalo, un virtual sueño.
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