lunes, 6 de diciembre de 2010

PEPINO PARLANTE

Una explosión de sanguchitos me prueba la comodidad, mientras mi cama tiene menos olor a baldosa. Siempre intenté ocultarme de mi futuro y arremeterme, saliendo herido, a gusto con la cacería aunque no fuera mi candombe. Agridulce.
No supe olvidarme del basural sacudido por el calor, entonces cautivo solo a mis trapos escurriendo nueva sangre: Mas liviana.
Vengo con ganas de quedarme con mi nuca un rato más, de no hablar entre jarrones sin tamaño. Casi nunca vengo, casi siempre hablo. De las frutas nuevas que ando tragando, de Dios, de minutos vanos, y desde hace mucho, de no terminar gritando el desconsuelo de un atardecer triste. Nací en días donde el silencio fue eco, hasta que aprendí a desvestir a mi turista y mandarlo al hotel.

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