Bostezo gregoriano, destino antiguo, distancia matinal:
Les ruego una bandera que cargue las copas de mis letras ausentes,
les niego una franquicia de mi amor mas labial, les abro mi culo para todos los buitres de las estaciones.
Les pido solo un idioma más fuerte que mi costumbre, una costumbre (o ninguna) que coma vidrio y cristal, una historia secreta y oral, un tacto menos aspero, un fantasma como el que tengo, un duende como el que ya soy.
Por ultimo, les ordeno que la muerte siga en ese rincón de papeles, que la esquina nunca se detenga, como una tía de madrugada, que la noche se vuelva mas negra y mi electricidad mucho mas dura. Que nada resucite en mi memoria ruidosa. Que nada invite mi pared.
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