Hostiles, las palabras caen seguido. Siguiendo los pasos de lo comun.
Escritas sin remedio en la cama, con la rodilla en el cielo, mirando el techo azul, comiendo humo de la heladera.
Ellas se curan a la tarde, si estas cansado se cansan.
Se callan al escuchar, el aguardiente o el festejo.
Revistas y montañas, ocaso de la memoria, rugido extremo, enfermedad mortal.
Luzcan radiantes, timidas, malas, pocas. Hagan deseo la intelectualidad.
Se saben mugre y caricia, si se amontonan se salpican.
Volcas el vaso, y la casa se hamaca en silencio.
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