Desesperada de descreer, infiltrada en el ocaso, Eugenia se volvió bostezo.
Fue como nacer queriendo, adolescente, con todas las dudas que hacen frío en la madurez.
El primer martes, se lo regalo para andar de boca en boca, explorando amigdalas, refugiandose en sorpresas de las papilas calientes, o acariciando el cantar oportuno de un civil bajo la soledad. Es noble el bostezo. Pensó: "Amanezco con todas las luces, me hago eco de la placentera sorpresa".
Arremangó sus cubiertos ante el puchero más pobre, y este resulto manjar. Desenfundó la maquina cuando se acerco el marisco. Y se sintió muerta.
Se fueron las mañanas y el mal de ojo atravesó la luna, con su cuchillo colgando una arteria, con el filo humanizado:
"Ya nada en la noche refleja mi nacimiento, sirvo al sol como un viento. Nadie sabra que estoy esperando que despierten"
En medio de un insomio inesperado.. termine leyendo tu blog nuevamente.... Gracias : )
ResponderEliminarsarandanha sadebe